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EL FRENO ANTES DEL ERROR

    Cuantos movimientos en nuestra vida nacen desde la sordera y nos llevan a la distracción. Moverse sólo por hacer no es el resultado hacia la dirección más correcta. El silencio interior es garantía del amor que expresan las palabras. La disposición de poder conectar, de poder estar conectado, es estar presente, lo que hará posible que la mecánica de las categorías de movimientos se despliegue en su mejor y más refinada acción. Pararnos en ese silencio sin hundirnos, es decir en levedad, nos proporciona lo posibilidad de colocarnos en nuestro centro conociendo los mejores recursos de mi mismo. La excesiva actividad tiene el peligro de llevarme a omitir, a hacer caso omiso de aquello que no tiene valor, de aquello que me hace perder mi ritmo, de aquello que va ser mi moneda de pago. Perdiéndome lo que verdaderamente lo tiene. 

    La realidad interior, que vibra en mi cuerpo, puede cobrar presencia en mi mecánica del movimiento externo, Aunque la vida en sus influjos externos puede estar actuando, sin mi posición de apertura y colaboración para depositar el acento desde mi mismo será lo que me conexione con ella. No sería inteligente perder este magnífico regalo, dejar pasar este Don del Ritmo, perdiendo la oportunidad de sentir a mi propio estilo el despertar de un nuevo paisaje, o disfrutar de un nuevo color ante mis ojos, permitiendo que salga de mi como una realización siempre con intención virtuosa.

       Es necesario poner un freno, son distracciones que nos alejan de nosotros mismos. El freno debe de recobrar su sentido reduciendo los errores ante nuestras respuestas que no nos dignifican y donde lo mejor de mi mismo adquiera el protagonismo que le corresponde. 

      Frenar antes del posible movimiento coopera en que la vida toma importancia. Hacer las cosas de cualquier manera es significado de que eso no importa.

      Si veo mis errores es señal de que hay algo que me importa y es eso, lo que me hará poder tomar conciencia de que no se me evaporen las señales del camino. 

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